miércoles, 29 de junio de 2022

Abriendo caminos. Mi experiencia en el V Foro de cultura y ruralidades (Navia).

Este año se celebró en la ciudad de Navia el V Foro de Cultura y Ruralidades: Ecosistema cultura y territorio.

Fue una excelente oportunidad para poder testar la temperatura de las distintas organizaciones así como las voluntades a nivel estatal de repoblar de algún modo la denominada "España vaciada".

Fueron tres días intensos, cargados de mucha información y repleto de personas muy interesantes, como conscientes de la importancia de saber, leer el campo, aprovechar las zonas alejadas de las grandes urbes y centros de poder para rencontrarse. De la ciudad proveníamos la mayoría en origen. Cada cual con su propio sesgo cultural, intelectual y económico como es lógico. Con nuestra propia cosmovisión de las cosas, no obstante todos coincidimos en una cosa, queremos ruralidad.

Pensar que exista aún una ruralidad, un limes exterior que choca por su divergencia con la gran urbanidad dirigida, el asfalto y los adoquines sin fin. Al silencio de los pájaros e impasibles transeúntes sin los buenos días. Es un verdadero regalo en nuestro tiempo de las eras digitales, que siga existiendo el mundo rural, donde deberíamos aprovechar todos, en la medida que podamos el beber y empaparnos de su sabiduría.

Claro que no solo se trata de ir a vivir al campo sino de aprender de él, tanto de la naturaleza como de sus habitantes. Considero una equivocación trasladar los vicios de las ciudades así como las consideradas "comodidades" a las zonas más rurales. Tenemos mucho que aprender de "lo bueno" de la vida de los que allí habitan, sus actitudes mas solidarias, su mirada hacia el mundo natural. Puesto que su visión y heterogeneidad es parte del propio rigor de la tierra que habitan.

Quizás el mejor enfoque a mi entender, sería y cito al cineasta Oliver Laxe en llevar "el mundo rural a las ciudades". Seguramente esas inhabilidades humanas que adoptamos del mundo de las grandes urbes y centros de poder se acontecen con cada vez más frecuencia. Haciéndolas cada día más frías y exógenas al individuo y sus valores. Entender lo importante que podría ser, como ya aconteció en la antigüedad en algunas polis o ciudades. Que se convirtieron así mismas, en verdaderos centros de creación y mancomunidad humana, de incalculable valor evolutivo en las artes y en las ciencias. Quizás es utópico plantearlo, pero quién sabe, si volviéramos aprender a volver a ser pueblo. Igual podríamos recobrar el sentido olvidado, que no perdido al vivir solitarios pero hacinados en grandes urbes. No obstante es un tema tan interesante, que no quiero banalizar hoy, para seguir tratándolo más adelante.

Tenemos que reaprender las ciudades a ser comunidad, a ser más rurales.






Pablo Robles Martínez

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